La primera vez que conocí a Ernesto Cisneros fue hace un poco más de una década, mientras caminaba por unas de las calles principales de La Habana. Era una época en la que muchas cosas se encontraban aterrizando en su sitio para los cambios trascendentales que iban a ocurrir en mi vida.
Para ese entonces ya conocía el trabajo de Cisneros a través de dos amigos muy cercanos que teníamos entre sí, así que su reputación ya le precedía, ganándose de esa forma mi respeto absoluto y total admiración. Muchos han sido los años que hemos compartido y muchas han sido las emociones que nos han unido como seres humanos.
Cuando conoces a un ser a fondo como Ernesto Cisneros, con una capacidad infinita de transformar su realidad a través de lo que hace, te enfrentas a la posibilidad de aprender a escuchar, a sentir, a dar riendas sueltas a la imaginación, y es que la música se trata de eso, de abrir un camino para vislumbrar el maravilloso universo que el artista crea para hacerte sentir vivo y presente, de trasladarte también en tiempo y espacio a otras realidades que también pueden ser tuyas.
A continuación, les presento esta maravillosa entrevista que nos ayuda a recorrer el universo de este maravilloso creativo.
Comienzo de un sueño.
Siendo niño, el impacto de la música fue inevitable. Fue justamente eso lo que me motivó. Yo quería hacer música, estar sentado en el piano que haría soñar al público. Mis inicios fueron simples. A los seis años le pedí a un profesor de mi barrio que me enseñara a tocar el piano. Era un señor muy anciano, siempre vestía elegantemente y llevaba un sombrero y un bastón. Era como un personaje del cine mudo, en cambio tenía una voz agradable y un comportamiento extremadamente amable.
Fue este señor, Arsenio, mi primer maestro de solfeo, piano y contrapunto. Mi disciplina desastrosa y el reguero de hormonas de la pubertad hicieron que quemara el piano a los 11 años. Obviamente ahí acabaron las clases del nivel elemental. No sé si fue el miedo o la falta de instrumento lo que llevó al fin de esa primerísima etapa.
Luego con el profesor Jorge Carlos Byron profundicé en el estudio de la armonía, él también fue el responsable de que comenzara a tocar música popular. Eso fue una suerte pues en la academia tradicional cubana no se permite tocar música popular y esto, creo, dio un gran impulso a mi aprendizaje. Lo clásico y lo popular se mezclaron casual y aritméticamente de manera que pudiera dominar los dos mundos usando de cada uno de ellos lo que necesitaba.
El séptimo arte, un medio multidimensional.
Veo el arte como la suma de muchas manifestaciones, no me gusta concentrarme en una. Tal vez sea el cine el responsable de este criterio que cada vez me cautiva más. La música está inevitablemente ligada a la danza, a la ópera y al mundo audiovisual. De entre tantos subgéneros es el cine el que más me gusta. He tenido la suerte de comenzar en él gracias al Maestro Edesio Alejandro que me ayudó a principios del siglo XXI con mis primeros trabajos para el cine cubano. De esa etapa guardo el grato recuerdo de Suite Habana de Fernando Pérez. Años más tarde la televisión ha sido el medio donde más trabajos he realizado, esto ha traído como consecuencia que mi trabajo sea escuchado por muchas personas en Cuba y de cierta manera, reconocido recientemente con mayor alcance por el trabajo de marketing digital que ha acompañado mis realizaciones. Ese trabajo y el impacto de las redes sociales me ha colocado entre los creadores de música para televisión más reconocidos en Cuba.
Desarrollo creativo, la nota perfecta.
Mi experiencia ha sido como un viaje, creo que es la palabra que mejor la puede describir. Comenzó con los estudios en la niñez y desde entonces ha ido in crescendo; a los 12 años integré un grupo de jóvenes que querían hacer música e hicimos muchos experimentos con distintos géneros y formaciones de instrumentos, fue a esa corta edad que descubrí que podía arreglar a mi manera y componer. Era como leer lo que está escrito en el viento, una especie de sinestesia. Corría el año 1986 e hice mi primera música para teatro, compuesta a piano y sintetizadores analógicos. Se grababa en cinta magnetofónica a cuatro pistas, así que había que economizar recursos y no existía la posibilidad de edición. Poco después integré Paisaje con Río, un grupo de culto que conquistó al público cubano en el primer lustro de los 90s. La terrible crisis de esos años no dejó que aquella aventura casi épica llegara a buen puerto, en 1997 Paisaje se desintegró.
Pasé meses de una horrible depresión, fueron tiempos de composiciones oscuras que nunca fueron grabadas, pero profundicé mucho en la programación de sintetizadores, ya que tenía a mano una estación de trabajo Yamaha SY-77 y jugar con los algoritmos para conseguir sonidos únicos se convirtió en un pasatiempo muy agradable. Saliendo de esa etapa oscura me fui a tocar con Dayani Lozano y con ella me fui a México en 1999 donde estuve un año tocando todas las semanas, enfrentando a públicos diferentes, con diferentes repertorios y un entorno laboral hostil que fue tal vez la prueba de fuego más grande de mi vida.
Con 31 años regresé a mi Habana y me esperaba un laboratorio de producción musical junto a Eddy Cardoza, amigo y gran músico. Luego el cine y la televisión con Edesio Alejandro, Carlos Varela, Polito Ibañez y finalmente Buena Fe. Estos últimos me daban la oportunidad de seguir produciendo mi música y tocar constantemente; al principio no teníamos conciertos en el extranjero, pero no tardó en llegar la avalancha de viajes a Europa, Asia y toda América. Al cabo de haber estado unas 70 veces fuera de la isla, en diciembre de 2009 finalmente llegamos a Miami a hacer tres conciertos a teatro lleno.
Pocos años después, luego de haber ido a Estados Unidos varias veces, tocamos en NY. Yo había estado en La Gran Manzana antes haciendo turismo, conocí en Manhattan el espíritu de una gran ciudad. Cuando fui con el grupo Buena Fe, hicimos doble función en un pequeño lugar que se llenó tanto que el dueño, que no nos conocía, quiso tenernos fijos allí. A pesar de que es un lugar pequeño, es uno de los que más calor e ímpetu imprimió en una historia que cuenta con plazas de hasta 250 mil almas reunidas. Podría decir, que esa fue una de mis mejores experiencias tocando.
De regreso en la Habana y hace muy poco, el 5 de diciembre de 2020 hice un concierto en el mayor teatro de la capital cubana, el Karl Marx. Fue un concierto con la música de la telenovela El Rostro de los Días, bajo mi dirección y producción, el que sin dudas ha sido el momento cumbre de mi carrera en solitario. Fue un éxito de crítica y público en medio de la pandemia de Covid-19.
Hay que lidiar, más bien combatir para que las cosas salgan bien, pero escoger un buen equipo y saber cuál es el objetivo, pues eso ayuda mucho a que un proyecto salga exitoso, y eso se cumple en cualquier geografía.
Cuba, isla surrealista.
Cuba es como un manantial de inspiración para el arte en general. En cuanto a la música, es extremadamente rica en géneros y caminos a seguir. En lo personal, intento hacer la música que quiero sin pensar en qué influencias hay en ella. Solo me siento al piano y fluyen las melodías, luego les doy forma con todos los complementos que tenga a mano. No me centro en un género o estilo particular.
Eso que suena en las calles de la Habana, sea música o la simple algarabía de la gente, es parte de lo que hago porque es inevitable, mi música es tan cubana como yo mismo. Por otro lado, La Habana es una ciudad llena de matices para los sentidos: olores, sabores, ritmos, el mar, su gente. Todo tributa a la creación y puede que sea el carácter heterogéneo de su pueblo y las muchas culturas que se han reunido aquí. Es una suerte tremenda haber nacido en una ciudad así.
Proyección de un camino, el arte de crear.
Sin duda, haber viajado y conocido un poco de mundo abre caminos tanto creativos como administrativos. Yo prefiero centrarme en los caminos creativos y la mejor, y mayor conclusión que he sacado de estos viajes y conocimientos, es justamente el carácter heterogéneo del arte. Desde pequeño dibujo por placer, la fotografía digital a principios del siglo abrió otra puerta, crear a partir de sintetizadores virtuales en un ordenador y la posibilidad de editar imágenes en movimiento te dan un cúmulo de herramientas, solo falta un carácter creador que las reúna.
Si hiciera una analogía con un combatiente, te diría que la música es mi arma favorita, pero cada vez renuncia más al hecho de ser un especialista en ese ramo. Creo que hacer arte va más allá de una manifestación. Escribir un cuento, dibujar lo que imagino, hacer sonar lo que sueño y filtrar una imagen digital para hacer un mundo fantástico que hable por sí mismo son esas cosas que me motivan. Muchas veces quiero “decir” algo que no se expresa en sonidos, sino en imágenes o la combinación de imagen y sonido.
Disfruto tanto el arte y me nutre de tal manera que lo veo inevitable ya que toda forma de expresión artística me es cercana y usable. La conexión con actores, fotógrafos, dibujantes, pintores, directores de cine y otros me ha mostrado un camino de innumerables formulaciones y todas las quiero, las necesito.
Migración, un nuevo camino.
La emigración es un fenómeno enorme en sí mismo. Ese salto a otra cultura siempre es escabroso en principio, luego las personas se adaptan a las nuevas costumbres, aprenden y eventualmente, se desarrollan. Cuando viví en México sentí esas carencias y me adapté muy bien a un entorno nuevo. Quien decida emigrar debe saber que las cosas serán muy distintas en su nuevo hogar, y que lo sentirá así (Hogar) pasado mucho tiempo, no de inmediato.
Si viene de Cuba, mucho más, pues Cuba es un país muy particular en muchos sentidos. Uno de los problemas que tiene emigrar para un artista es que debe permanecer centrado en lo que quiere hacer. El cambio de cultura y la apertura de oportunidades nuevas tiende generalmente a hacer temblar los “centros” de alguien que no conocía esas posibilidades, es ese el motivo de que muchos artistas hayan cambiado de vida y es perfectamente entendible.
Explorar el país de destino y las oportunidades que ofrece es algo inteligente, aunque a veces no exista la posibilidad de hacerlo. Por otro lado, hay un factor que es la suerte. Hay quien conoce a las personas adecuadas o las busca para desarrollar sus empeños artísticos, eso es algo importante pues cuando uno emigra está solo contra el mundo y esa es una posición que te hace grande o te destruye. Sabemos que Miami es como una microburbuja dentro de Estados Unidos donde el arte se desarrolla de una forma muy peculiar con respecto a otras ciudades de la nación. ¿Cómo fue tu experiencia cuando estuviste aquí?
Miami, ciudad magnética.
Debo partir del hecho de que soy un amante del arte, donde esté el arte, estaré yo disfrutándolo. Mi primera vez en Miami fue para tocar en teatros y de hecho, solo pude admirar un poco la arquitectura art déco y modernista de la ciudad. Luego conocí a algunos actores de teatro que luchaban contra algunos monstruos, otro tanto los artistas plásticos. Quizás sea que una ciudad centrada en el desarrollo económico se pierda un poco el desarrollo espiritual, pero si de algo no tengo dudas es de que Miami va a ser un centro cultural muy importante en Estados Unidos, tanto como lo son LA y NY.
En el ámbito de los estudios de grabación, Miami es una de las grandes ciudades del mundo, y la influencia latina es evidente en la música. Basta que se junten miles de artistas, como está sucediendo, y los promotores torcerán el timón a The Magic City. Ya ha sucedido con el Winter Music Conference y Ultra Music Festival en la música electrónica. El reciente evento del Bitcoin en 2021 es parte de un movimiento que puede ser muy interesante. El cine, la danza, el teatro y las artes pláticas serán tan fuertes como la música pues Miami tiene ese ímpetu que traen desde sus tierras los que llegan con ganas de triunfar.
Conexión entre creativos.
Soy un eterno aprendiz de todo y una de las mejores maneras de aprender es conociendo a la gente. Los artistas somos gente rara, eso es lo mejor. Uno aprende de la visión especial que tiene alguien sensible y es eso, el artista primero debe ser sensible, luego creativo y es la mejor manera de obtener una visión que sea nutriente para el alma. Siendo así, es lógico que tenga muchos amigos artistas. Nos entendamos o no, si fuera este último el caso, se impone tratar de entender. Quien cree en esta especie de religión pagana, da a los artistas las llaves de su casa espiritual, ellos la llenarán con sus luces de colores. Es crecimiento personal y da igual si estas herramientas serán usadas de inmediato o pasadas por tu prisma personal, creo que siempre alimentan.
La Medicina del Artista.
Hace muchos años un gran amigo me dijo que lo único que te puede salvar como artista es tu trabajo, ese es uno de los mejores consejos que me han dado. Por eso no paro de trabajar, de crear. Promover mi obra es ya por acumulación, una obra llama a la otra. Un joven músico hizo una versión de la presentación del Canal Habana. Esa música la compuse hace 15 años y desde entonces es la que identifica a esa emisora televisiva. Resulta que pocos sabían que aquella música es mía y la nueva versión me puso en titulares nuevamente, eso… “tu trabajo te salva como artista”
Recientemente he descubierto un mundo apasionante que ha abierto otro montón de puertas, el mercado de los NFTs. Ese sin dudas, es uno de los futuros del mercado del arte y en Cuba hay una pequeña comunidad que se ha sumado a la ola que viene desde el metaverso. Esa es una de las tantas formas de hacer promoción de mi trabajo en la música y otros medios expresivos. Gracias a esto he conocido a cientos de artistas norteamericanos, canadienses, mexicanos, españoles, es una revolución que trae arte, economía y ética nueva. Una de las bases del crecimiento es dejar entrar a todas las formas de creación y seguir trabajando.
Música para Cine, un sendero a explorar.
El cine es un arte relativamente joven y confluyen en él muchas disciplinas que aportan un bagaje enorme desde la cultura. Un músico de cine debe dominar desde la psicología hasta la precisión del equilibrio matemático para hacer su trabajo con excelencia. Es un reto e incorpora todos los conocimientos y la posibilidad de hacerlo con un colectivo igualmente sensible. La música debe aportar y engrandecer lo que se ve, eso es algo que siempre se agradece desde la creación y desde el público.
Hacer música para cine es una de mis grandes pasiones, para mí es lo más grande a nivel creativo. Creo que lo ideal es hacer un Master en la especialidad de Producción Musical; ver y conocer mucho cine, leer, investigar, atreverse y renunciar a los psiquiatras.
POR | BERT
FOTO COVER | KARLA LLANES