Cuando se Apagan las Luces del Teatro, Encienden las de la Censura.
“Apaga el Arte, Prende la Propaganda”
En la última entrega de “Cómo desmontar una democracia en cómodos pasos”, la administración de Donald Trump vuelve a atacar la cultura como si fuera el enemigo público número uno. ¿La amenaza esta vez? Cortar los fondos federales para la National Endowment for the Arts (NEA), National Public Radio (NPR), Public Broadcasting System (PBS), y todo aquello que no cuadre con su playlist de discursos inflamatorios y country patriótico.
Porque claro, ¿para qué invertir en el pensamiento crítico, la creatividad o la diversidad cultural si puedes gastar en muros, misiles y monólogos huecos? Quitarle el oxígeno a las artes no es una medida económica, es una jugada política—una de esas que los libros de historia ya nos han contado con pelos y señales. Pregúntale a Mao, a Stalin, a Hitler, a Fidel o a Chávez: todos sabían que una sociedad que piensa por sí misma es mucho más difícil de manipular. Mejor una población entretenida y moldeada a tu favor con desinformación y reality shows que una inspirada por arte que cuestione el status quo.
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