Cruzar las puertas del Colony Theatre localizado en South Beach y presenciar el performance “Papa Cuatro”, representa navegar una experiencia que te reconecta con el lugar de donde vienes, haciéndote abrazar con amor el pasado de un lugar que recuerdas como casa.
Llegar a un sitio nuevo no por elección; sino por necesidad tiene su cosa. Cuando escuchas la palabra “migrar” tus sentidos se alertan y de cierta manera te contagias con el mood de un espacio que te parece familiar, que sientes ahí cerquita; que te apretuja el corazón. La tonada del llano se revela como una madrugada llena de vida; pero también nostalgia, tristeza y orgullo de pertenecer a un lugar que ya no puedes llamar como tuyo. El feeling de compartir una emoción colectiva te hace sentir en casa porque el tema de la migración es un asunto universal; pero en Miami es un fenómeno netamente mágico y surrealista.
Concebida por el venezolano-canadiense Juan Souki, “Papa Cuatro” genera una ola de emociones producida por la historia biográfica de cinco músicos venezolanos que cuentan sus experiencias al llegar a una nueva tierra llena de retos y oportunidades. El percusionista Adolfo Herrera, la músico y compositora Mariaca Semprúm, el arpista Eduardo Betancourt, Mafer Bandola, quien toca la bandola llanera venezolana y el virtuosísimo cuatrista Miguel Siso, se desplazan musicalmente a través del escenario unidos por el instrumento insignia que representa el candor y magia de toda una cultura.
Semprún, quien es la vocalista principal del show nos transporta con su voz transparente y sincera a una tierra añorada. Mafer nos enseña con su toque de bandola, que hay tanto hechizo en su estilo como luz en su sonrisa. Eduardo nos hace abrazar el sonido de su arpa con todo el amor que desde ella sale. Aldolfo mueve el piso con todo su talento percusivo, haciendo que tu cuerpo se mueva, aunque no te queden ganas. Por último, el cuatro muestra sus colores a través de las manos de Miguel, quien nos traslada al lugar donde él y su instrumento hicieron un pacto de por vida.
El trabajo de los músicos venezolanos está calando hondo dentro del panorama musical latinoamericano. En Miami por ejemplo, donde en una esquina escuchas salsa y en la próxima reguetón, ahora hay que sumarle el sonido del cuatro y las maracas. Durante décadas Miami ha experimentado la migración de músicos venezolanos que al mezclar su música con la de aquí existente enriquecen el acervo cultural de la ciudad.
“Papa Cuatro” me ha reafirmado que el ser inmigrante implica crecer, que el camino que hemos abrazado es una montaña rusa llena de emociones, que el extrañar forma parte de algo completamente natural, que para no ser yo venezolano el sabor de la arepa me transporta a una tierra que conozco por la tonada de su música y por el calor humano de las personas que aqui viven con el compromiso de no olvidar a una tierra llena de encanto.
POR | BERT OCHOA
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Gracias por tus palabras Bert!!! Un placer y un honor que nos hayas visitado y recorrido ese intenso viaje con nosotros!!!!
Gracias a ustedes por contar sus historias y servir como fuente de inspiración.