“Mis películas son acerca de mundos extraños, lugares a los que jamás podrás ir a no ser de que los construyas y les des vida en una película. Eso es lo que de verdad me importa de las películas: ir a mundos que son cada vez más extraños” – David Lynch
Recuerdo en mi niñez cuando cursaba los estudios primarios y tenía un compañero de clases al que le gustaba contar películas de cine. Era muy común verlo rodeado de tres ó cinco oyentes, incluyendo al que escribe, y sorprendernos no solo de la pasión con la que narraba cada escena, sino también como hacia efectos especiales de explosiones con la voz y otras habilidades para que mantuviéramos nuestra atención al 100 por ciento en su aventura. El planteaba las escenas a veces tarareando la música, como si hubiera vivido la historia en carne propia y es que el arte de contar historias es algo que se lleva en la sangre. Contándolas se vive, se muere y luego se vuelve a resucitar a través de ellas.
Nunca fui bueno contando cuentos y la verdad es que ni siquiera los chistes me salían bien. Tanto fue mi frustración que un día decidí no contarlas más y preferí escucharlas o perderme en mi propia imaginación creándolas en mi cabeza. Al pasar de los años recibí una invitación a participar como extra y figurante a través del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) en una co-producción entre Cuba y España siendo ahí donde inevitablemente caería seducido para siempre ante los pies del séptimo arte.
La película fue estrenada ese mismo año en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y recuerdo que mientras hacia la cola para entrar a la proyección, una chica apuntando con su dedo me señalo diciendo…- ¡Mira, mira, ese es el muchacho de la película! Hoy en día que lo pienso, creo que mi reacción no fue nada normal, intentando esconderme entre la multitud mi único deseo era o que me tragara la tierra en ese mismo instante por la pena, o tal vez cerrar los ojos y volverme invisible, quizás las dos cosas a la vez hubieran sido ideales, pero no fue sino hasta que vi mi rostro abarcando la enorme pantalla del cine por 3 segundos que entendí el poder irrevocable de la pantalla grande. Una cosa es que te cuenten algo y otra completamente distinta es vivir la experiencia.
Un Nuevo Universo
Después de haber trabajado ya en varios rodajes cinematográficos y televisivos en Cuba como asistente de producción y otros como asistente de cámara, entendí que participar en una filmación es como vivir una historia dentro de otra que ya está sucediendo. Las dos historias son: la que se esta filmando y la del equipo de filmación detrás de cámara donde todos los esfuerzos de las personas involucradas se unen para garantizar un resultado en común. Existe una película increíble filmada por el director francés François Roland Truffaut titulada “Day for night” (1973), en la que cuenta cómo se desarrolla la vida dentro de un rodaje cinematográfico donde un director de cine comprometido con su profesión lucha por completar su película mientras se enfrenta a una gran cantidad de crisis, personales y profesionales, entre el reparto de actores y el equipo de filmación.
Quien me hubiera dicho que después de 12 años de ausencia del set cinematográfico, esta vez iba a ser yo quien contara la historia detrás de las cámaras a través de mi lente fotográfico. Gracias a la invitación del director cinematográfico Cristian Proa, quien filmaba un cortometraje titulado “VOID” pude llegar a revivir esa pasión que había quedado adormecida por tanto tiempo, y la verdad es que dos días de rodajes fueron más que suficientes para energizarme y darme cuenta de que es como un elixir divino, una experiencia que desde que la pruebas por primera vez, si te gusta, entonces querrás mas y más y nunca te sentirás satisfecho.
La conexión con Proa fue casi inmediata la primera vez que nos conocimos hace solo unos meses, gracias al músico Michael Gil donde participaban en la creación de un proyecto llamado “Homo Sapiens” bajo la dirección del mismo Cristian. Al tratarse de un ser sensible con un alto conocimiento en las relaciones humanas y el cine, pude percatarme de que estaba en presencia de un ser que apuesta por un mundo mejor, aun así es consciente de toda la barbarie y la injusticia que nos rodea y a lo que no puede ser absolutamente indiferente. Apostar por proyectos inteligentes y capaces lo hacen una persona comprometida con su profesión y su conocimiento lo comparte impartiendo talleres de actuación, guión y dirección cinematográfica en la ciudad de Miami.
Durante la producción de Proa pude percatarme que la manera de realizar cine no ha cambiado mucho. Los estatus jerárquicos dentro de una producción se mantienen completamente intactos, así como la dinámica de realización. Todos los procesos de ejecución (pre, producción y post) se mantienen ordenadamente igual. Dicho por algunos directores que he conocido personalmente, todos convergen en un mismo punto, y es que una buena historia se puede engrandecer o destruir durante cualquiera de estas etapas si no se tiene cuidado, especialmente durante la post-producción, donde ya entramos en la terminación del producto y donde se corrigen todas las posibles imperfecciones que pudieran haber ocurrido durante el proceso de producción.
Una de las cosas más importantes que ha cambiado a favor de los cineastas ha sido la tecnología, la que ha permitido no solo el abaratamiento de ciertos costos si no también la diversificación de formatos en los que pueden ser llevados a cabo sus proyectos. Esto le ha ayudado a la producción cinematográfica independiente ser más viable poniéndola así al alcance de todo aquel que cuente con un presupuesto bajo para filmar.
Regresando a Cristian ahora, tuvimos el honor de entrevistarlo recientemente en nuestro Podcast “Between Takes” donde conversamos precisamente sobre su vida, como llegó al cine y las observaciones que tiene con respecto al panorama cinematográfico en la ciudad. Gracias a personas como él y a las propuestas que nos trae a nivel cinematográfico sentimos que aun existen personas que apuestan por transmitir un mensaje con una profunda capacidad de poner al espectador a pensar, donde nada puede ser tomado a la ligera saliendo así la capacidad que posee como guionista y director de mover emociones a través de sus historias.
Agradecimientos:
Gracias Raul Montejo por tu 50 mm.
A Cristian por confiar y al equipo de rodaje “VOID” por dejarme entrar.
A Mac por empujarme fuera de la zona de confort cada milisegundo.
A mi familia por no entenderme pero por quererme un millón.
A los amigos que nos apoyan desde el día #1
POR | BERT
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