POR |BETSABÉ MARTÍNEZ u
COVER | Element5 Digital
Las bibliotecas suelen ser recintos dedicados a la literatura en los que suelen tener como regla principal guardar silencio. Puede ser sinónimo de tranquilidad, un lugar ideal para consultar alguna referencia literaria. ¿Cuántas horas de estudio no pasamos en una biblioteca durante nuestros años escolares?
Tengo un recuerdo muy particular que involucra una biblioteca. En el primer día de clases de la preparatoria, había un chico especialmente gracioso que todo el tiempo estaba haciendo comentarios bizarros que nos hacían reír, el típico bufón del salón. Bueno, pues a una profesora no le agradó mucho la falta de atención y en el preciso momento que decidió que ya era suficiente yo estaba en medio de una intensa carcajada. Sobra decir que me sacó del salón. Sí, el primer día de clases y yo ya estaba fichada, por lo menos para ella.
Como sabía que era cuestión de minutos para que las autoridades de la escuela descubrieran que había faltado al reglamento, decidí refugiarme en la biblioteca de la escuela para pasar desapercibida, así que para “matar el tiempo” tomé un libro, no me importó mucho cuál era, el punto era mantenerme alejada de las miradas de los prefectos, y fue ahí que descubrí Pedro Páramo de Juan Rulfo, todo gracias a un momento de rebeldía.
Poco a poco las bibliotecas han ido evolucionando a tal grado de incluir otro tipo de actividades que incluyen a todo tipo de público.
Uno de estos recintos es la Biblioteca Pública del Estado Juan José Arreola en la que cada fin de semana se encarga de realizar eventos dedicados a la recreación tanto infantil como juvenil. Obras de teatro, pequeños musicales, manualidades, cuentacuentos, papiroflexia, taller de ciencia y proyecciones cinematográficas, entre otras actividades. Incluso yo misma fui parte de la realización de estás algún tiempo atrás.
Es un moderno y vanguardista edificio que alberga miles de títulos literarios y herramientas tecnológicas para facilitar la búsqueda de algunos tipos de archivos.
